¿Quieres cacahuates?

Me ofreció una amable chica que me tocó de compañera de viaje en un vuelo a casa, “ya pasó una hora y apenas vamos a despegar, así que, comparto mi colación” y me acercó de nuevo la bolsa de cacahuates, yo viendo que era un bolsa grande, acepté ¿total? la dieta había quedado completamente olvidada.

Empezamos a platicar, ella de sus hijos, yo de los míos y al final, cualquiera que hable conmigo, termina hablando de mercadotecnia, ¿cómo te encuentro?, busca Marcela Mexía en cualquier red social y ahí aparezco, ¿CÓMO? ¿ERES MARCELA MEXIA? ¿YO SOY MARIA EMILIA? ¿NO ME RECONOCES? oooohhhh my dear lord!!!!! habíamos sido conocidas desde la secundaria, prehistoria mas o menos y NO NOS RECONOCÍAMOS, le dije: 5 años más e intercambiábamos tarjetas del INSEN para reconocernos… todavía no te creo, enséñame tu credencial para votar! nos reímos tanto que creo que contagiamos a un que otro pasajero.

Y ahí empezó una verdadera plática, de lo que hablamos las mujeres, de las estabilidad del peso, de ese peso no, del otro, del que nos acosa a las mujeres. Le empecé a contar mi historia.

La decisión.

Fui al gym, un día que decidí determinantemente terminar con esos malditos kilos de mas. Esos que parecen gotas de mercurio ¿ya saben como? que te acercas un poco y ¡zas! se te une la gotita de al lado. Así ganamos peso las mujeres. Ese día iba decidida a todo. Contraté un entrenador, le hablé de mi voluntad de hierro y como quería lograr esos cuadritos en el abdomen “dime que hacer, yo lo haré”, todavía no se porque me atreví a tanto “sube y baja 6 veces esa escalera” y me dio unas pesas, y ahí me tienen. Triste Rocky Balboa, subí, baje, y en mi mente solo veía el meme del “pos me mato”, ¡dios! me acordaba de mi voluntad de hierro.

¿Se acuerdan de la película Hombres de Negro?, cuando abrieron la cabeza de un difunto y descubrieron a un pequeño marcianito sentado en una silla de control en lo que vendría a ser el cerebro, ese marciano moribundo era mi voluntad de hierro, casi en coma.

La humillación.

Sabía perfectamente que pasaría dos semanas humillada, viendo pasar flacas en unos super outfits deportivos, estaba preparada para eso, ya saben, una se autoconvence “¿que quieren? después de tres partos y con harta responsabilidad como para meterse a un quirófano” ajá, si ajá Marce.

Lo que yo no esperaba era ver a una señora que rebasa los 65, divina, estoica, HACIENDO DESPLANTES, aquello era demasiado, acabó con cada uno de mis argumentos, acabó con… con todo básicamente. No importaba mi marcianito todavía se movía.

La decisión con ajustes.

Necesitas tomarte un quemador de grasa, una L-Carnitina y unas vitaminas, porque eso hará que bla, bla, bla, fue todo lo que escuché. Yo tengo un impedimento, no me se pasar las pastillas, así que todo ese arsenal maravilloso estaba totalmente fuera de mi alcance “no tomo nada” fue mi respuesta.

Logré salir viva de la primera semana, se suponía que algún día se me quitaría el dolor ¿cuándo? le preguntaba al entrenador “debes de estar bien para el sábado”, pasaron 2 sábados y yo sentía lo que siente Barbie cuando Matilda le arranca las piernas, olvídense de usar tacones, las rodillas creo que hasta sonaban, el empaque o como se llame lo que tienen las articulaciones, había desparecido, vamos! me estaban corriendo sin aceite. Tenía que viajar por asuntos laborales y bueno, necesitaba mi cuerpo para aquello, decidí dejar el gym y recuperarme, después de tres semanas sentí que me habían atado a la defensa de un auto y habían acelerado, no estoy exagerando. No volví.

¿Porqué las mujeres hacemos esto?

María Emilia y yo debatímos mucho al respecto, convengamos que todas las mujeres tenemos altibajos, engordamos y adelgazamos, que si lo representáramos con una línea, parecería electrocardiograma, ¿que de malo tiene ser establemente talla 12?, perdón 10, ok. 8. DOCE DOCEEEEE, mido 1.73 y soy talla 12, y si bajo a 10, hago todo por recuperarme, claro hay una inversión en el armario que no se va a perder junto con los kilos ¿a quien se le ocurre? además nos gusta comer, beber y pasarla lindo, María Emilia me decía ¿porque las mujeres con dinero no comen nada? tan bien que podrían hacerlo, ¿que necesidad hay de estar a lechuga y brócoli? Una vez yo probé la dieta vegana, y si usted es vegano absténgase, este blog no es para usted.

Casi muero, me puse verde, no bajé un solo gramo y conocí el acné, ¡no! mi marcianito debe de ser alimentado con un buen prime rib y un Monte Xanic, prefiero seguir botándome de la risa con Maria Emilia en el avión, igual que con mis amigas los viernes, la vida se hizo para disfrutarla y verdaderamente no disfruté de la recia que me acomodaron en el gym, ni la dieta vegana ni la ropita diminuta. Así que extiendo mis felicitaciones a las mujeres que se hacen el bypass gástrico, se ponen el balloon o se hacen liposucción, toda mi admiración para ellas, yo soy muy muy miedosa para esos procedimientos y muy indisciplinada.

Conclusión.

Sea feliz en la talla que le de la gana, coma, beba y diviértase, mantenga un equilibrio, deje de fumar; pero ser talla cero ¿como para que o qué?

Pd. No soy talla 12, lo puse para efectos del impacto que generarí…. ok soy talla 12.

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