Metáfora de la consultoría

No había poder humano para hacer que mis hijos comieran brócoli o zanahoria.  O lo que sea que flotara en las albóndigas. Probé de todo para convencerlos. Les conté de las bondades de comer verduritas, de la salud, de la piel hermosa. ¡No! nada, a veces había paciencia, a veces no; si lo que flotara en la sopita hubieran sido insectos creo que no hubiera habido tanto escándalo.

¿Cómo enfrentar el problema?, ¿por las buenas o por las malas? porque está la opción de dejarlos en paz… ¿total qué puede pasar? ¡no! porque las mamás sabemos qué es lo mejor para nuestros hijos, tenemos que hacer que coman las benditas verduras ¡a como dé lugar! ¡es por su bien!

Fíjese que algo similar pasa en las consultorías, lo he visto y lo he vivido. Tuve un cliente que atentaba contra sí mismo, era obeso (según mi propia categoría de clientes) y supongamos que me contrató porque quería mejorar su salud. Tenía sus procedimientos olvidados, existían pero no los usaba; no supervisaba, todo se daba por hecho, la cosa empeoraba poco a poco, hasta que se notó en las ventas ¿si todo está bien por qué no se refleja en las ventas?, acudió a nosotros por ayuda.

El proceso de consultoría

Hicimos un diagnóstico de marca, es básicamente medir la reputación offline y online mediante procedimientos establecidos que nos dan un panorama inicial desde donde tomar decisiones. En otras palabras, se hablaba mal de la empresa, dentro y fuera de ella. Entonces decidimos tomar el segundo paso, una estrategia de endomarketing.

¿Por qué Endomarketing?

También conocida como marketing interno, el objetivo de esta estrategia es mejorar las relaciones con los colaboradores en la empresa, vaya, que estén contentos trabajando (aumentar productividad), para que no se vayan (evitar rotación) y para que hablen bien de su trabajo (embajadores de marca). Se llevó a cabo el levantamiento de información, el análisis, la interpretación y ¡zaz! teníamos un documento para presentar.

A veces entregar resultados digamos… no esperados, es bastante frustrante; yo me imagino (salvando las diferencias) que es como cuando un doctor le da malas noticias a un paciente, “su diagnóstico no está bien”, tuve que darle malas noticias a mi cliente. Necesitaba hacer cambios en la empresa, cambio de hábitos (seguir procedimientos), recortar algunos alimentos (prescindir de malos elementos) y comer verduras (hacer lo que tiene que hacer a pesar de que no le gusta).

Imagínese, me veía yo en la misma situación que con mis hijos, soy cinta negra en detectar patrones. Si yo resolvía el tema de las verduras con mis hijos entonces encontraría el camino adecuado para que mi cliente hiciera lo que tenía, lo que le urgía, hacer. Fue entonces que procedí a licuar las verduras, ¡incorporarlas al caldito! serví la sopa un poco espesa y solo tenía pollo, nada de verduras, parecía yo del FBI poniendo una trampa para que todos cayeran. Mi experimento funcionó, desde entonces mis hijos comen verduras sin saberlo.

En resumen:

Lo mismo hice con mi cliente, lo ayudé sin que lo notara y hoy goza de excelente salud.

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