Así como cuando se refieren a uno como “experto”, así el síndrome de: “El restaurante de moda”, algo muy peligroso si no se tiene conciencia de la obligación de mantener el estándar y superarlo, y en vez de eso, sentarse en sus laureles a disfrutar del éxito -momentáneo- obtenido.

Le explico. Contraté una cena para 16 personas en el restaurante de moda (mi hija lo eligió), una de mis amigas me contactó con la dueña y ella a su vez me redirigió con “Úrsula” (ya sabe que me hago la interesante y pongo nombres falsos, no se trata de dañar a nadie, sólo exponer las áreas de oportunidad). “Úrsula” me mandó una cotización donde detallaba tres “paquetes”, como era un evento de adolescentes, mi hija eligió pizzas, pasta y ensalada.

Formalicé, dos días antes del evento me contacta “Úrsula” para preguntar que si qué iban a dar de cenar, ¿cómo?, ¿qué no y lo habíamos platicado, facturado y pagado?, no pasó a mayores, seguíamos bien. El día del evento le pregunté si podía mandar el pastel, una hora antes, muy amable me dijo que sí.

Volvimos a repasar lo ordenado: Cena, una mesa grande para los adolescentes, una mesa extra para papá, mamá y hermanitos y la mesa para el pastel, ¿a qué horas llegarán? 8:30 p.m. -contesté. Llegamos, no había mesa para los papás “no tenemos indicado nada”, a ver… reina… hermosa… no es opción, yo contraté y di las instrucciones precisas y las repasamos hace dos horas; la mujer inmóvil, la misma expresión de -sé que hablas porque se te mueve la boca- paciencia, respiré hondo, total nos pusimos de acuerdo y nos dieron la mesa 15 minutos después… enseguida del calentón que no prendía.

Mis hijos se estaban congelando y después de cuatro veces de preguntar por el calefactor, confesaron que no tenía gas. ¿Nos podemos cambiar a aquella mesa que se acaba de desocupar?, los niños tienen frío. El mesero asintió y limpió la mesa, sólo que la dejó con dos sillas, no sé si no sabe contar o le gusta jugar con los sentimientos de los comensales. Jalamos las sillas.

De lejos veía como se divertía mi hija sin comida, porque se les hizo una hora tarde para servir. “¿Qué pizza desean ordenar?”, ah caray… no sabía que se podía elegir, recordemos el “paquete”. “Hay de carnes frías, mexicana, margarita, italiana” y que sé yo… Boccelli… mi hijo ordenó la de carnes frías ¿que cree? 30 minutos después vuelve el mesero diciendo que esa pizza no estaba incluida.

Por favor, traiga la pizza que sea, pero ya. Pedí un café, la noche era larga, para esas alturas mi hijo ya estaba con cronómetro en mano controlando a los meseros, no lo culpo: 45 minutos en traer el café. Ni hablar de la cuenta, que me querían hacer cuentas mochas.

No me alcanza el espacio para platicarle la mala experiencia que vivimos en el “restaurante de moda”. ¿Y sabe por qué pasó todo esto? Porque ni la dueña ni “Úrsula” se ocuparon, brillaron por su ausencia y puedo asegurar que ni enteradas están de que perdieron un cliente.

No peque de omisión, no asuma que todo va bien, tiene que controlar la calidad en el servicio y esto no es evento único, debe de implementar un procedimiento para monitorear constantemente. Mi sorpresa fue que los tienen crucificados en las reviews de Facebook. Lástima, es un lugar lindo.