En Europa ya ocurre un fenómeno que tarde o temprano llegará con fuerza a nuestra región. Cerca del 14% del tráfico relacionado con turismo proviene directamente de ChatGPT. Esto no significa que la IA vaya a reemplazar agencias, touroperadores o la experiencia humana. Significa que los viajeros ya descubrieron algo poderoso. Pueden resolver en segundos tareas que antes les tomaban horas. Comparar rutas, buscar tarifas, entender requisitos, pedir alternativas… todo desde una sola conversación.
Y esta tendencia dejó de ser promesa para convertirse en presente. Con el lanzamiento de Gemini 3, la industria del turismo entró a otra etapa. Ya no estamos hablando de un chatbot que responde preguntas, sino de un agente con alta comprensión de contexto capaz de recibir objetivos amplios y ejecutar procesos completos.
Antes le pedías a la IA paso por paso.
“Busca vuelos.”
“Ahora hoteles.”
“Dame opciones de itinerario.”
Ese flujo se volvió obsoleto. Gemini 3, en su versión de pago donde opera al máximo, puede entender tu intención de viaje y diseñar todo el plan de principio a fin. No solo entrega información, sino que analiza, compara, filtra, propone rutas más eficientes, ajusta al presupuesto, recuerda tus preferencias y anticipa problemas. Este nivel de autonomía marca un antes y un después en la forma en que se toman decisiones turísticas.
Y la velocidad del cambio ya se volvió parte del mensaje. Escribí la primera versión de este artículo un domingo. Para el jueves tuve que actualizarlo porque se lanzó Gemini 3. No es anécdota. Es el ritmo de la industria. Lo relevante no es qué modelo salió hoy, sino entender hacia dónde se está moviendo todo. La verdadera competencia será entre quienes se mantengan atentos y quienes prefieren esperar a que se asiente. En este juego, la curiosidad es ventaja competitiva.
¿Qué viene después?
La siguiente ola. Agentes autonómicos capaces de realizar acciones reales. Si hoy Gemini 3 te construye el plan, mañana podrá también reservar, gestionar membresías, monitorear cambios en tarifas o clima y activar alertas personalizadas. Eso redefine el rol de las empresas y profesionales del turismo. No desaparecen. Evolucionan. Pasan de ser puntos de trámite a ser puntos de experiencia, confianza y diferenciación.
Porque al final, los viajeros no buscan solo información. Buscan certeza.
Buscan que alguien, humano o asistente digital, les ayude a tomar mejores decisiones con menos fricción. Y quienes logren combinar tecnología con criterio, sensibilidad y atención auténtica serán quienes lideren la siguiente etapa del sector.
La IA no sustituye el valor humano. Lo amplifica. Y ese es, en realidad, el verdadero punto de inflexión.




