“Ya estoy pensando en la herencia que le voy a dejar a mi hijo”, me dijo un empresario al que le estábamos dando consultoría, ese era el motivo por el cual nos había llamado.

Quería profesionalizar su empresa porque estaba pensando en el futuro de su hijo. ¿Y su hija? pregunté, porque tiene una hija mayor.

No, no soy feminista ni ando por la vida con el tema de las luchonas, no. Pero de eso se trata todo el tema. Es cultural; el señor en cuestión no lo había concientizado. Es por default que piensan en el varón, en que él tiene la responsabilidad de mantener una familia.

Insisto ¿y su hija?

Mire, en estos tiempos donde las familias están más diversificadas, o sea, matrimonios entre personas del mismo sexo, mujeres solas con hijos, hombres solos con hijos, puedo seguir con ‘n’ combinaciones, la realidad es que centrarse en asegurar el futuro de su hijo varón pues ya no aplica.

He tenido referencias donde se elige pagar la educación del varón, ¿y la hija?, pues que la mantengan ¿se da cuenta? Eso es precisamente lo que alegamos las mujeres, igualdad de condiciones, no que nos traten como hombres, sino tener verdadero acceso a las oportunidades.

Este señor de origen no le está ofreciendo la misma oportunidad nada más porque así lo trae en su sistema, en su ADN, y cabe mencionar que ni es misógino, ni mala persona. No, es una persona común y corriente, de buenos sentimientos, pero a él le configuraron ese paquete en su software: hay que ayudar al varón.

¿Qué otras oportunidades se nos niegan?

La igualdad en sueldos, no estoy inventando, pero la verdad es que nos pagan menos. Se nos niega el acceso a puestos en las empresas porque tenemos hijos, por que cada mes nos duele la panza y nos ponemos de pelos ¡es la verdad!

Mire ayer estaba viendo el debate presidencial, y la única candidata defendiendo su identidad ¿cómo? ¡pues si ya sabemos que es mujer! y lo reiteraba, salió en defensa de la luchona. Pero no es el caso, no me sentí representada y no es que esté ni a favor ni en contra.

Mi comentario no obedece a cuestiones políticas, es que tenemos que andar defendiendo el punto “soy mujer sí puedo”, “soy mujer pero si se me enferma el chamaco no falto”, buena culpa tenemos también por andar poniendo de pretexto todo lo que he mencionado.

Hace poco me contaban una anécdota de Ángela Merkel, que decía en una conferencia “soy mujer y me preocupan las mismas cosas que a ustedes ¡que el peinado no me queda bien!”, imagínese eso. Con la responsabilidad que tiene y los pelos sin obedecer.

Resumiendo

El tema no es alegar por la vida que somos luchonas y exigir que se nos trate como hombres, oigame no. No estoy de acuerdo. El asunto es tener acceso a las mismas oportunidades que tienen los hombres, desde casa y después en la vida laboral.

Nada de “mi’jita, hazle comida a tu hermano”, pues no está manco, él puede hacérselo solo, porque si le toca ser familia de papá con hijos pues no va a estar preparado ¿verdad? lo mismo aplica para tender su cama y lavar su ropa.

Y si usted que me está leyendo está educando a sus hijas para ser la esposa perfecta. Piense mejor las cosas. Si son hombres o mujeres lo que creo que debe de enseñarles es a ser independientes, respetuosos y que aprendan a valorar lo que tienen.

He dicho.

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